viernes, 26 de agosto de 2011

ENTREVISTA SOBRE MATRIMONIO



 
 
 
 
 
Pregunta.- ¿Dadas las condiciones tan agitadas en temas de matrimonio, no le resulta un poco demencial la situación actual?
Respuesta.- Realmente sí. Aunque una mayoría entusiasta encuentra esta situación extraordinariamente positiva, yo no la contemplo así. Es cuestión de principios.
P.- ¿Usted tiene otras propuestas para el matrimonio?
R.- Claro que sí. Son propuestas para hacer más atractiva la vida de la mujer y la del hombre, que no es precisamente, en estas circunstancias sociales, un lecho de rosas. Y si además está entregado a sus más bajas pasiones, peor aun.
P.- ¿Que le diría usted a las gentes?
R.- Que hay un camino quizás no tan cómodo en apariencia, aunque sí tremendamente seguro y efectivo. El camino que nos marcó Jesús (quiero suponer, que la gente sabe quien es Jesús) No es camino ancho y brillante para la mayoría de las gentes, pero funciona. El sendero es angosto y la puerta estrecha, pero es la que lleva a la verdadera felicidad y sana vida.
P.- Pero hay infinidad de propuestas en cada lugar y tiempo.
 
R.- Efectivamente. No hay más que entrar en una librería medianamente surtida para comprobar la diversidad y las contradicciones del pensamiento humano. Yo no entro en eso. Solo me vale lo que funciona. ¡Tantas filosofías y teorías existen hoy día! ¡Qué de experimentos se hacen «en vivo» con las vidas de la gente!
P.- Pero hay muchos seguidores de las diversas o semejantes teorías sociales sobre el matrimonio.
R.- Solo se falsifica la moneda verdadera. Y cuanto más perfecta parece la falsificación, mejor puede realizarse el timo. Cualquier teoría, por grotesca que sea, tiene sus seguidores, si la adobas y adornas con algunas notas y ribetes de verdad. Y cuela. Está comprobado.
P.- ¿Es usted partidario de los matrimonios mixtos? Es decir, de distintas religiones o formas de pensar si ellos libremente quieren.
 
R.- Entre verdaderos cristianos obedientes a las prescripciones de la Biblia, este asunto no tiene ni que suscitarse; Dios por boca del apóstol Pablo dice: no os unáis en yugo desigual con el infiel. Porque no puede caminar el fiel por el mismo camino que el infiel. Tendría que someterse al criterio del que no tiene fe.
P.- ¿Porqué no? Eso es demasiado excluyente y estricto.
R.- Es para bien del creyente y no para mal. Porque el fiel, al entregarse, al querer cumplir meticulosa y escrupulosamente las ordenanzas de Dios para el matrimonio, lógicamente se entrega inerme y totalmente desprovisto de recursos y posibilidades en manos del otro, el cual es ser implacable y sin escrúpulos (tal como impone la filosofía mundana) La excepción confirma la regla.

P.- También el cristiano puede hacerlo y hay leyes que le amparan.
R.- ¿Que leyes? El cristiano tiene que someterse a unos serios preceptos morales, a unas pautas de conducta cristianas. Por lo tanto, desde el primer día, está a merced del otro. O se pasa al modo de pensar y de vivir del otro (que es la mundanalidad) dejando de lado su propio carácter distintivo, y deja de ser cristiano. Esas leyes podrían funcionar si el cristiano se somete a esas filosofías. Y el verdadero cristiano no lo hará.

P.- ¿Y si hay verdadero amor?
R.- Ningún amor puede competir con el de Dios y menos aun suplantarle. No se trata de sentimientos por muy nobles que sean. Se trata de que es lo que Dios dice y del amor que le tenemos para querer complacerle y estar con Él. En la obediencia es donde crece el verdadero amor entre esposos. Dios no pide algo que no sea en bien de sus hijos. Y los sentimientos se confunden y la mayoría de las veces dan frutos muy amargos.

P.- ¿Es posible una estabilidad en matrimonios no cristianos? Se dan muchos casos que conocemos.
R.- No sé que decirle. Lo que sí he comprobado a lo largo de mi vida y a causa de mi minúsculo ministerio, es la patética carga de rencores y de odios ocultos que existen en los matrimonios. Cuando alguno estalla, la gente se extraña. Yo no. Mi recomendación para los que quieren obrar así y también para los que no son creyentes es que no se casen.

P.- ¿No es eso generalizar demasiado?
R.- Es lo que he recogido por experiencia en multitud de familias. Entre dos consortes de distinta fe es imposible la estabilidad. Dos no pueden andar juntos si no están de acuerdo. El matrimonio mixto es dañino y nefasto para el creyente. Está comprobadísimo.

P.- Pero algunas denominaciones lo aceptan sin problemas.
R.- Cada uno que haga lo que le diga su conciencia, aunque eso no es lo que la Biblia dice. Si algunos clérigos o líderes lo aceptan, es porque en lo que se refiere a la conducta ética de sus parroquianos, son igual de tolerantes, que es lo mismo que indiferentes. Pero claro, yo no soy quién para juzgar a nadie. A los hechos, sí.

P.- Da usted la impresión de que se encuentra prácticamente solo en esta opinión.
R.- No lo sé, pero creo que no. Lo que hay que hacer es claro y terminante. Otra cosa es la misericordia, el perdón y la comprensión de nuestras debilidades. Decir bueno a lo malo, no es el camino. Todos hemos sido jóvenes con la carga emocional, romántica e impulsiva que esa edad conlleva, pero el mandamiento es claro y terminante.

P.- O sea, te perdono pero está mal hecho.
R.- No así. Si así fuera habría que poner en libertad a todo el que está en la cárcel. Se le diría que no lo hiciera más y se le soltaría. Se comprende que no es así.

P.- ¿Es que no se hace hincapié en las iglesias sobre este asunto?
R.- Se dice; supongo que en muchas, aunque todos saben que al final se aceptarán los hechos consumados, en la esperanza (para mí temeraria) de que tal vez el incrédulo se convierta. Hay muchos jóvenes de los dos sexos que, llevados de su amor por el otro, se arriesgan con la ilusión de llevar al no creyente a la fe. Y lo hacen convencidos o cegados por la pasión. Que no siempre es amor.

P.- ¿Que sería conveniente para hacer que los jóvenes comprendieran?
R.- Sería conveniente que los jóvenes, y también los mayores, ejercitaran la sencilla humildad de someterse a los consejos y mandamientos de Dios que son para su bien. Lo que no cabe es confesarse seguidor de Cristo y hacer lo que su mente y su corazón ven conveniente, aun en contra su palabra.

P.- Es usted muy riguroso.
R.- Ya me conoce que soy de lo más comprensivo y trato de ponerme en la situación de cualquiera. Y esta actitud me ha procurado muchos problemas, de parte de los superpuros y teologuillos. En todo caso no soy juez, sino que expongo lo que dice la Escritura. Después cada uno se juzgará por su propia conciencia. Y tengo que añadir que les deseo a todos los que de esta forma proceden, las mayores bendiciones.

P.- Pues si les desea las bendiciones las podrán tener.
R.- Mi deseo es por amor a los equivocados. No sé, como Dios puede bendecir una unión que ha sido hecha contra su voluntad, tan claramente expresada. Pero claro, para Dios no hay nada imposible. Él sabe.

P.- Los padres tienen que pechar con esas situaciones tan comunes en la moderna cultura.
R.- ¿Y que quiere que hagan? No están conformes, y se oponen hasta donde alcanza su autoridad. Y cada persona adulta es libre; sería deseable que responsable. Quizás la responsabilidad de los padres, consista en no haber puesto suficiente énfasis en su vida cristiana.

P.- Esas exigencias cristianas son muy restrictivas y casi crueles.
R.- Llamar cruel a la disposición de guardar la lealtad de un hombre a una mujer y viceversa no es acertado. Lo contrario sí merece ese calificativo Pero allá cada cual.
Yo veo en los programas de radio y sobre todo de televisión, que si dos esposos son fieles cuando llevan cuarenta años juntos, es aplaudido. Les parecerá bueno a todos. ¡Digo yo!