Pregunta.- ¿Que opina usted de la enseñanza religiosa en las escuelas?
Respuesta.- Pienso que está muy bien y que es bueno enseñar a los niños la fe de sus mayores, y el conjunto de normas cristianas que han producido la civilización más próspera y libre del mundo.
P.- ¿Enseñanza de cualquier religión?
R.- De momento me conformo con que se enseñe la cristiana despojada de connotaciones sectarias. Hay mucho que enseñar sin codazos de unos a otros.
P.- En España lo que tiene más predicamento y piden los padres es la de la católica.
R.- Es la mayoritaria con ventaja. Es preferible que se enseñe la católica a que no se enseñe ninguna, y que se sustituya por una ética que se sabe que no es tal ética, sino una moral de oportunidad y conveniencia momentánea.
P.- Tiene usted muy mala opinión sobre la enseñanza de la ética.
R.- Lógicamente; es una ética que no tiene raíces espirituales. ¿Por qué nadie ha de seguirlas? El bien común es el menos buscado de todos los bienes, a pesar de que se pregona con tanto entusiasmo. ¿Y, de que clase de “etica” hablamos? ¡Si no hay ni educación elemental!
P.- Pero el estado tiene que legislar para todos los ciudadanos.
R.- Precisamente. El estado democrático, tiene que tener en cuenta la religión de sus ciudadanos. Lo que no puede, o no debe hacer el Estado es ser confesional y lanzarse a promover una religión concreta. El Estado, por principio democrático, ha de ser neutral ante la religiones de la sociedad que rige.
P.- Pero el Estado debe ser lo que dice, laico y aconfesional.
R.- Y no inmiscuirse en la religión, siempre que esta no vaya contra el bien público y menos aun (aunque en esto no debe haber grados), si lo que hace es elevarlo y promoverlo.
P.- ¿No debe entrar siquiera en estas cuestiones, siendo los colegios públicos?
R.- Ni siquiera en las matemáticas, siguiendo esa reflexión. Eso ya lo hacía el fascismo y el nazismo, amén del comunismo, etc. El Estado deberá reconocer las aspiraciones de los ciudadanos, y proporcionarle aquello que les interesa y que no lesiona el bien común ni la paz. Para eso se elige a los gobiernos.
P.- O sea lo que la gente pida.
R.- No tan así como usted lo dice, pero para eso se elige a los gobernantes. Se dice por muchos que el pueblo no puede equivocarse, pero eso es solo cuando los resultados le favorecen. El Estado solo debe reglar, y en diálogo con los mismos ciudadanos que reciben esa reglamentación. Lo malo no puede aceptarlo y lo bueno, sea de quien sea, debe protegerlo.
P.- Hay diferencias de opinión sobre lo que es bueno o malo.
R.- Efectivamente, pero el amor y la ayuda mutua cristiana tienen más amplia prevalencia como valores humanos que todo lo demás. Eso lo reconocen todos. Y amar a los enemigos es la perfección social, y eso vista solo desde este punto de vista.
P.- En la práctica eso no es así o al menos no se manifiesta plenamente.
R.- El ser humano pudre todo lo que toca. El agua limpia se puede ensuciar pero sigue siendo agua. Y también contaminada puede ser peor que otro veneno, pues el agua pura es necesaria e inspira confianza. Así también sucede con el mensaje cristiano, que en ocasiones está contaminado por los hombres, que lo ensucian. Pero eso es otro tema.
P.- Entonces ¿Que opina de que no se deje a las niñas musulmanas a llevar el velo?
R.- Me parece una tontería, y por otra parte una imposición absurda. Como prohibir que se lleven crucifijos, o cualquier detalle que distinga a los niños en su religión.
P.- ¿Cree que ha de haber libertad absoluta?
R.- Creo que debe existir libertad religiosa, tanto como de opinión, de expresión, etc., siempre, como digo, que no se conculquen los derechos de nadie. Y los que no sean creyentes, que no obliguen a los que lo son a pasarse a su religión “no creyente”.
P.- Pero si no se toman medidas no se consigue la integración.
R.- La integración se consigue, haciendo que haya independencia y libertad para que cada uno practique su religión, de la misma manera que los que no la tienen puedan desarrollar la suya, basada en factores e intereses sociales. En la libertad y el cumplimiento de la ley, está la verdadera integración.
P.- Eso no es integración.
R.- Ya lo creo, que lo es. Y libertad. Los que debemos integrarnos somos nosotros con la sociedad. El Estado no debe imponer una religión o unas pautas (y menos su propia concepción de la religión) sino, guardando la paz, dejar que cada uno se ubique en donde le corresponda.
P.- La no intervención.
R.- Exactamente. Ni privilegiar a nadie, ni imponer determinados esquemas en nombre de una convivencia forzada. Solamente respeto mutuo, y obligación de todos a someterse a las leyes del país donde están. Esto último es primordial.
P.- Todos con la ley y el orden
R.- Es que si empezamos a discriminar por religión, raza, o costumbres, acabaremos por perseguir a judíos, cristianos o musulmanes como antes se persiguió a los musulmanes, protestantes, judíos, etc. y en Alemania a los judíos, gitanos y cualquiera no ario.
P.- Puede que en adelante se establezcan colegios para solo musulmanes o solo cristianos.
R.- Precisamente ese es un peligro como reacción a una intervención del Estado en estos asuntos. Se habla mucho de la neutralidad del Estado, pero en la práctica el Estado, como pasa en Francia, puede imponer unas normas que pueden desembocar en una religión sin religión. La de los incrédulos y los nuevos seudoprogresistas. Eso es laicismo. Una nueva religiónque al final traerá sus consecuencias.
P.- Pero la religión no se debe imponer como una asignatura.
R.- Si los que van a ser los beneficiarios lo quieren ¿Por qué no? Son ellos (los votantes), los que lo desean. Y en todo caso, las asociaciones de padres son las que tienen la decisión, no el Estado.
P.- Pero... si los obligan a la imposición del Estado.
R.- Si les aprietan harán sus propias escuelas. Después se dirá que las escuelas, o algún otro tipo de enseñanza, son elitistas. Sobre todo, prevalecen los interes e cualquier clase.
P.- Pero eso es salirse de la autoridad del Estado.
R.- El Estado lo hacen los ciudadanos de cualquier raza o condición, y está para servir a los ciudadanos, y no para que estos sirvan al interés político o a una ideología o sistema.
P.- Esa es una percepción discutible.
R.- Todo es discutible y todo se discute, pero no se le debe dar vino, a la fuerza, al que le gusta la leche. Por muy bueno que el que impone, crea que es el vino... o la leche.
P.- Pero, el Estado no puede asumir la religión de nadie.
R.- Exactamente. Por lo tanto que se deje a las gentes creer en lo que quieran, y no poner pegas a las expresiones de religiosidad cuando no perjudican los intereses generales.
P.- Pero eso perjudica a los que profesan otras creencias.
R.- No los perjudica si se respeta el principio de libertad. Lo que deben hacer, si son cívicos y verdaderamente creyentes en lo que proclaman, es ser movidos a emulación y querer ser mejores ciudadanos que los demás en limpia emulación (no competencia ni rivalidad), para no perjudicar a su religión. Si me aprieta, hasta para hacerla brillar más que otras, como benéfica y útil a la ciudadanía.
P.- Pero el Estado tiene que ser el que decida.
P.- El Estado no se puede constituir en juez de creencias ni de conductas que no sean delictivas. El Estado es para todos porque lo constituyen todos. Lo mismo que se pide a grandes gritos que no se obligue a los no religiosos, estos no deben obligar a los que si lo son. Ni imponerse, en nombre de una mejor y más aguda inteligencia o percepción. Inquisiciones no, por favor.
P.- ¿También tiene que ver eso con los musulmanes?
R.- Con todos, siempre que no caigan en extremos que repugnen a la sensibilidad de los que, desde siglos, siguen una religión que fue de sus padres, abuelos, etc. Imagínese que se intentara poner en los países musulmanes, escuelas en las que no se enseñara el Corán. Inimaginable.
P.- Ellos creen que tienen razón.
R.- También los demás (todos creen que la tienen), y ese es el pluralismo en el que se contrasta lo que vale, y lo que no sirve al interés de los países. No olvide que en todos los lugares hay policías y ladrones, industriales y labriegos, ricos y pobres, deportistas y mendigos... y no pasa nada. Como alguien dijo: “hay gente para todo”. Y en esto, hay para escribir mil libros.
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