miércoles, 7 de septiembre de 2011

ENTREVISTA PERSONAL





P. Usted es ya mayor y se encuentra de nuevo trabajando en labores como la de la redacción de este periódico. ¿No se siente ya cansado?

R. Físicamente sí. Lo que ocurre es que me quedan algunas facultades que me permiten aun ofrecer alguna actividad a favor del Evangelio de la Gracia de Dios, y no las voy a escatimar; realmente ya no tengo las facultades que naturalmente tenía hasta hace muy pocos años.

P. No cree que los jóvenes no toman sobre sí el testigo para proseguir la obra que hace tantos años comenzó con tan pocas posibilidades.

R. Sí y no. La vida actualmente es más cómoda y lógicamente más seductora que en mis tiempos del principio. Eso es un handicap para los jóvenes a la vez que un reto. 

P. Otros tiempos

R. Yo tuve que bregar con la censura de la intolerancia y ellos con un mundo muy revuelto y difícil. Ellos con la indiferencia, y yo con el rechazo social y de mis propios familiares. No todos, pero sí la mayoría.  Los que aun me consideraban, no querían que se les hablara de temas espirituales. La guerra hizo mucho daño en los espíritus de mi pueblo.

P.- Me parece muy feo por solo ser disidente en algunas cosas.

R.-Pero las cosas sociales son así. Es más, Para demostrar que no estaban en mi onda acudían con más ahínco y celo a misas y solemnidades que antes no frecuentaban, para que las gentes comprobaran que no tenían concomitancias espirituales conmigo. Por ejemplo si no aprobaba la romería del rocío era algo para ellos terrible, aunque después ellos mismos hicieran las más feroces críticas contra esta romería.

P. Debió ser muy triste para usted.

R. Fue más humillante que triste. Humillante porque yo mismo me perturbaba, y todavía me afectaba la opinión de las gentes. Poco después, ellos terminaron por aceptar la situación y yo también, pero en más de treinta años, mi familia, a pesar de que me consta de que me quieren mucho, no ha entrado por mi casa.

P.- ¿Nadie?

R.- Solo mis hermanos y sus familias. Estos, debido a que tienen una superior cultura, y un criterio sobre las libertades que no es muy del común de las gentes. Ocasionalmente algún pariente, pero como regla general no se ha contado nunca con nosotros, bien que nosotros no estábamos disponibles y tal vez ellos lo sabían. Aun hoy nos quieren y son cordiales con nosotros, pero a mi casa no entran aunque pasen por la puerta.

P. ¿Es que su vida era y es muy estridente y llamativa?

R.- Si ser estridente es no hacer nada de lo que cualquier hombre honrado, creyente o no, rechaza por pernicioso o inmoral, pues sí. Pero mi vida no difiere en mi aspecto externo, de la de cualquier persona sensata. Me trato con todos  sin salirme de mi terreno, lo que muchas veces me ha sido de mucho perjuicio social y económico. Soy cordial, casi risueño y me gusta la gente buena. Es que ser heterodoxo molesta, en cualquier ideología. No saben que los heterodoxos somos, los más amantes de lo que ellos dicen defender.

P.- ¿Tiene usted alguna prevención contra algún alimento concreto por causa de su fe?

R. No, en absoluto. Eso está ya resulto desde tiempos de San Pablo. No bebo porque no me agrada, y no tengo esa costumbre. Tampoco como algunos alimentos, si perjudican mi salud. Solo es por este motivo. De todos modos las prevenciones de la Biblia contra algunos alimentos o sustancias, para que no se ingieran, tienen un motivo de prevención sanitaria y no de tipo espiritual. Y es inteligente seguirlas. Dios quiere que tengamos salud. El tabaco, el alcohol, los excesos en comidas, etc., no creo que ni  a creyentes ni a indiferentes les haga ningún bien. Y eso también lo dicen los médicos.

P.- ¿Usted a que confesión cristiana pertenece? Parece que no le se conoce actualmente  ninguna pertenencia a una iglesia conocida.

R.- Me parece muy restrictivo pertenecer exclusivamente a una confesión concreta. Y más si esto deviene en excluyente. Mi fe personal en un Dios personal es solo bíblica, y no me involucro con adherencias de ninguna denominación, aunque con gusto me puedo relacionar y compartir con todas. Todas y cada una de las confesiones tienen (a mi parecer) o desviaciones doctrinales, o lo que se suele llamar "trapos sucios" o innecesarias exageraciones rituales. Yo acepto con gusto lo bueno de cualquiera, y paso de lo que no estimo correcto, o es superfluo. Todo, desde mi particular punto de vista..

P.- Pero usted abandonó la Iglesia católica.

R. ¡¿Que voy a abandonar?! Yo no he abandonado nada. Solo desecho, para mí, la doctrina y vida contraria al Evangelio en dondequiera que se manifieste. Lo que he rechazado y he dejado de considerar para mi vida (sin atacar a nadie), son las aberraciones y conductas, claramente rechazables por todas las personas medianamente rectas y serias. No voy a participar en lo que no estoy de acuerdo, y eso no quiere decir que por eso tenga que entrar ni salir de ninguna organización religiosa.

P.- Pero usted comulga más con las iglesias evangélicas que con la católica.

R.- Por historia y por ejercer la libertad cristiana y de conciencia soy muy afín a algunas formas de fe evangélica, sin necesidad de la férrea organización (para mí muy asimilada al mundo), de la Iglesia Católica, donde he militado sinceramente durante muchos años.

P.- Pero usted gusta de estar con todos ¿es ecumenismo a su aire?

R- Me mueve un sentimiento ecuménico, que me impide decantarme por alguna concretaque deseche a las demás. Posiblemente muera sin lograr realizar ese sentimiento ecuménico, aunque ya que estoy puesto seguiré en la brecha. Asisto a muchas iglesias que me piden o mejor dicho, pedían, que les hablara o asistiera para algún evento. Pero no me obligo a ejercer de militante, de ninguna denominación concreta. Ni nadie me está obligando.

P.- Entonces ¿usted no cree que alguna "iglesia cristiana" existente esté en  perfecta sintonía con el auténtico espíritu del Evangelio?

R.- Eso es mucho decir. Las iglesias, como conjunto de seres humanos, tienen muchos fallos perfectamente comprensibles y hasta cierto punto  asumibles, porque donde hay personas hay conflictos. Ahora bien, esas rivalidades, competencias y descalificaciones de unas a otras, y hasta sus enemistades, no me ofrecen opción para que me declare parte exclusiva de alguna, tal y como se exige por la ortodoxia de lo religiosamente correcto. O sea, no acepto paquetes de doctrina y práctica. Aquí me acojo al consejo del apóstol Pablo: Examinadlo todo, retened lo bueno.

P.- Los que le conocen dicen que es usted bastante conocedor de la Biblia y las religiones cristianas.

R.- Conozco la Biblia, porque llevo más de cincuenta años con ella. Estaría bueno que no la conociera. No es ningún mérito. Y no practico la bibliolatría. De lo demás, solo conozco lo que por medio de estudios, experiencias y lecturas he aprendido. Hay muchísimas personas de todas las denominaciones que saben mucho más que yo. Y sin duda que sean mejores que yo. Yo ya estoy amortizado en ese aspecto.

P.- Cual fue el primer momento, que usted recuerde, en que la Biblia le impactó?

R.- Tal vez una noche, cuando tendría más o menos catorce años en un templo de mi pueblo natal, pero no sé exactamente. A partir de entonces siempre he sido hombre de impulso espiritual, aunque antes de entregarme a la fe en Jesucristo, que retengo ahora, caminé por los caminos más enrevesados del pensamiento.

P.- ¿Y ninguna le captó?

R.- Realmente no; examiné todas las formas de ideología que encontraba y caían en mis manos, buenas o malas. Yo tenía inquietud por conocer la verdad dondequiera que estuviera, y me fui a topar con el monte del Evangelio de Jesucristo, después de tantos callejones sin salida. Él sí, me dio paz y razón de existir… y aquí me tiene.

P.- Escribe usted libros, artículos , relatos, cuentos, poesía, etc, pero no es notorio en el mundo de la literatura. ¿Por qué?

R.- Será porque soy mediocre, y tampoco trato de pulir lo que escribo. Mis familiares y amigos me riñen mucho por ello y con razón, pero se ve que no tengo remedio. ¡Y ya a estas alturas! Por otra parte nunca me presento a concursos ni cosas así. Por tanto no es extraño que no sea muy conocido. Y además eso no me afecta nada. Para mí es un esparcimiento intelectual y nada más. No me gusta adular a nadie. Esto no vende, como sabe cualquiera, y así me va.

P.- Pero con sus dones podría ser muy útil en predicaciones, conferencias, escritos etc. ¿Por que no lo hace?

R. Siempre lo he hecho. Lo que ocurre que soy alérgico a la clerecía de cualquier clase (entiendase bien), por ser un poco anarquista de alma. De toda clase de clerecía. Me da vergüenza ser notorio en algo. Muchas veces hago "chapuzas", por un sentimiento que no sé definir y que frecuentemente me parece necio. Pero soy así.

P.- Ahora le han "enganchado" como colaborador para la elaboración de este periódico cuando prácticamente ya estaba, por así decirlo, jubilado en estas trajines. ¿Por qué se ha involucrado de nuevo?

R.- Mi amigo Manuel me pidió que le ayudara y como vi que el asunto era útil y serio, le dije que le apoyaría con los dones que me quedaran, a pesar de mi ya muy disminuidas facultades. Y aquí me tiene. Y Manuel me paga con su afecto, y con algún que otro racimo de uvas que me ofrece de las excelentes parras  de su huerto.

Bien y aquí terminamos sin saber si Rafael nos ha aclarado algo o se nos ha vuelto más complicado todavía.

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